Poco a poco parece que vamos recuperando la vida que teníamos antes de la aparición del COVID-19. La pandemia comenzada en marzo de 2020 ha tenido enormes consecuencias económicas, sociales y sanitarias para la población. En estas líneas trataremos aquella en la que somos especialistas: la caída del cabello provocada por el COVID-19.
En primer lugar, somos conscientes de que el mal de muchos no es consuelo, pero es importante que sepas que se trata de un problema habitual en los pacientes que han pasado el coronavirus. Diversos estudios afirman que se ha reportado caída del pelo en aproximadamente el 20% de los pacientes que han pasado la COVID-19. Dentro de las causas desencadenantes se han descrito estados febriles, estrés emocional, condiciones médicas crónicas, alteraciones nutricionales y medicamentos.
En la inmensa mayoría de los casos, esta caída capilar no se produce durante la enfermedad, sino 2 o 3 meses después y sucede de una manera muy drástica, con una pérdida abundante de cabello. Es posible que dejes muchos más pelos de lo habitual en la almohada y que notes una pérdida de densidad capilar. Incluso puede que te quedes con mechones en la mano al pasarla por la cabeza.
Esto ya tenía un nombre antes del COVID-19 y se trata del efluvio telógeno. Una caída repentina y abundante del cabello que, afortunadamente, es reversible. Generalmente, esta proceso acostumbra a desaparecer entre los 3 y 6 meses después de su aparición y el paciente recupera la normalidad de su salud capilar.
Lo que ha sucedido es que el coronavirus ha alterado el ciclo natural de crecimiento del cabello y ha propiciado que el cabello que estaba en fase de crecimiento pase directamente a la fase telógena, pero al cabo del tiempo el ciclo vuelve a la normalidad.
Relación entre el COVID-19 y el efluvio telógeno
Andrew Messenger, profesor honorario de dermatología en la Universidad de Sheffield, en Inglaterra, y presidente del Instituto de Tricología de Reino Unido: “Las razones del vínculo entre la pérdida severa del cabello y la covid-19 no están claras. Las enfermedades asociadas con altas temperaturas corporales afectan el crecimiento del cabello en los folículos pilosos, que se mantienen en la fase de reposo del ciclo del cabello durante dos o tres meses, y luego se cae”.
Por otra parte, un grupo de investigadores de la Universidad Sapienza de Roma (Italia) plantean tres hipótesis:
1. El coronavirus desencadena una reacción autoinmune contra los folículos pilosos creando un entorno inflamatorio que debilita el sistema inmunológico.
2. El virus genera una reacción cruzada que involucra antígenos (que estimulan la formación de anticuerpos) del virus y del cuerpo humano.
3. El proceso tiene su origen en el estrés psicológico y el deterioro de la salud mental.
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